Y al septimo dia...

Es el sufrimiento un adjetivo constante en todo hecho que acontece en lo que conocemos como el mundo, cada caso específico es exagerado por el sujeto del cual es experiencia, pero nunca encontramos una experiencia exenta de él, creo que solo la cantidad del mismo es variable, el momento más feliz de nuestras vidas no estuvo, esta o estará exento de un poco de sufrimiento, el hecho es que: un mundo en el que los actos no implicaran sufrimiento en cierta medida sería la utopía más absurda que se haya jamás pensado, la moral del hombre es tan ciega e insuficiente que no da cabida a tal pensamiento. La simple e instintiva noción de lo que es el sentir está dada por como la sensación manifiesta un hecho en el mundo real y como esto afecta de manera inmediata o no la realidad individual, es un sentimiento augusto.

Específicamente el sufrimiento es uno de los tantos matices que colorean el mundo, retirarlo del espectro o superponerlo como regulador sería absurdo también, supongo es más fácil partir de este sentimiento para la creación de dogmas morales simplemente porque es más común y duradero que otros sentimientos, no imagino a ningún profeta o mesías haciendo de la felicidad el fundamento de su doctrina, si se ha tomado como fin es por simple coincidencia, que puede importarle más al egoísta ser humano que la felicidad, por un ínfimo momento de ella se sacrifican los placeres de la vida a cambio de una vana promesa postmortem de regocijo eterno. El precepto es único e inagotable. Si pudiéramos ver la felicidad seria parecido a una línea blanca que va hacia nosotros y entre más se acerca se desdibuja y atenúa hasta volverse negra e insoldable ¿es el primer punto de esa línea donde se halla el paraíso? Si es así, que diminuto e insignificante es, ni un alma cabria allí. Transitamos todo el tiempo sobre esa línea, aun cuando parecemos vagar sin rumbo es hacia aquel punto primigenio hacia dónde nos dirigimos, el sufrimiento parece ser el rayo que ilumina el érebo y muestra el vértice.