Me despedí cortésmente, sonreí con insolente ironía, oprimí
lo que me quedaba de orgullo en mi puño oculto. Me marche. Con aquel tal vez para siempre quedo lapidado aquel
cariño, la palabra final de aquel fatal concepto transfiguro sus ojos y el eje
verbal rompió, sin lugar a dudas, el vedado parnaso de su evocación.
Aquellos días de extravío sobre un iris desconocido con tu cráneo
floreciendo en la playa cromática de un ajeno continente, la nostálgica premura
de un ocaso de titánico espasmo, el matiz azulado de tu desnudes a través de un
cristal sombrío…
Quiero de nuevo este sueño.