
Antes de darme la razón, antes de ver triunfante mi verdad, prefiero decir que nada es verdad... Hoy, para mi propio asombro no estoy ni triste ni enfadada. La apática inutilidad de mi vida durante los últimos años era para mi, cada vez más evidente. Me asusté de lo que podría haber llegado a ser y a la vez me alegraba profundamente de mi vuelta a la sensatez. Hace mucho que no deseaba estar con otras personas...ni hablar, escuchar o tener que dar respuestas; estaba demasiado cansada para ello, todo me era indiferente. Ya había perdido la convicción de que aquél estado en que vivía era triste y anormal; vivía en una apática indiferencia vacía de ideas, observando cómo las horas y los días se deslizaban a mi lado, cada instante de los cuales se llevaban un pequeño trozo de mi vida. En general los días transcurrían sin dejarme recuerdos, y si alguna noche soñaba algo o pensaba en otros tiempos más bien parecían ecos de una existencia anterior, olvidada. Entonces en un día cualquiera, el destino se acordó nuevamente de mi... Ocurrió que todas las impresiones y sucesos de aquel maldito período, turbios y obscuros algunos, estaban de nuevo presentes en mi memoria con asombrosa fuerza. En horas en las que no estoy muy mal puedo recordar con poca exactitud tu figura, y me parece como si te hubiera visto y conocido en otra época. De repente tu presencia aparece, lejos de lo absurdo, como una compañera ajena a las leyes del tiempo, y se mezcla con todos mis recuerdos, indiferente a las contradiccones que esto plantea. Al final acepto tu silenciosa presencia en mis pensamientos sin asombro ni emoción; ésta ingenua y sencilla relación con la imagen de mis pensamientos sólo dura el tiempo que estoy completamente debilitada y alejada de la vida. Si...tal vez al mismo tiempo sea miedo, a que de aquella estima sin pasión se haga presente un deseo impaciente. Pienso que, de una forma u otra es una vivencia, y como desde hace semanas quizá meses, que no tengo vivencias, ésto me parece algo espléndido y lo considero más importante de lo que en realidad es; y vuelvo a pensar...qué maravilloso es pasar algo de tiempo así, consumir un tercio de la vida así...sólo que mis pensamientos son demasiado vacilantes y volubles para durar siquiera unos minutos. Abro los ojos, los vuelvo a cerrar; trato de recordar lo que he leído, pero no lo consigo. En lugar de eso, recuerdo otras noches como ésta, en que estaba acostada de la misma manera, y mis débiles latidos contaban igualmente las horas grises, triviales. Así transcurren las noches, no tienen sentido, al igual que los días, pero pasan. Vendrán y pasarán hasta que tengan otra vez un sentido o hasta que lleguen a su fin y mis latidos no los puedan contar más. Sin embargo no todas mis horas son así. Siempre hay una de entre cien que es diferente; entonces recuerdo una idea en la que siempre quiero pensar; pero que los libros, la gente, la noche me ocultan y roban. Y pienso: ¿Por qué es así? ¿Por qué estás tan muerta? Éstas son mis horas buenas, entonces retrocede la niebla sofocante, desaparecen la resignación y la apatía, un poco más despierta miro el horrible panorama y puedo sentir otra vez. Siento la soledad como un lago helado a mi alrededor, siento la verguenza y la incoherencia de esta vida, siento el cruel dolor ardiente por lo que he perdido, hace daño...pero es dolor, suplicio, pensamiento, conciencia... Y en lugar de respuestas que ya no espero, encuentro nuevas preguntas, por ejemplo: ¿Existe algún pesimismo de los fuertes? ¿Una inclinación intelectual a la dureza, al horror, al mal, a la incertidumbre de la existencia? ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿El tiempo? ¿Qué hay del tiempo, lo inventamos? Imagina pasar a otra escala del tiempo, y que una vida de 80 años, durara 29 días o durara 80000 años. La conciencia de identidad es una cosa fascinante pero turbadora, se posee aunque se puede estar sin ella, y de hecho es lo que hacemos con frecuencia, quizá siempre. Es fascinante porque destruye el tiempo, es fatal porque niega el progreso. Deberíamos poder conocernos y no soñarnos más allá de lo que en verdad somos, ya que eso equivale a cerrar la puerta a cualquier cambio real. Pero que somos? Yo descubro en todo momento mi hostilidad a la vida, mi rabiosa y vengativa repugnancia contra la vida misma, pues toda vida reposa en apariencia, necesidad de perspectiva y de error. En nombre de la moral, debemos siempre e indiscutiblemente condenar la vida, porque la vida es algo esencialmente inmoral, indigna de ser deseada. Sólo espero algún día poder penetrar en el fondo de las cosas con mirada decidida, porque "he visto" y me siento hastiada, porque mi actividad no puede cambiar la eterna esencia de las cosas, me parece ridículo y vergonzoso pretender enderezar un mundo que se desploma. "El conocimiento mata la acción, es preciso para ésta el espejismo de la ilusión" ésto es lo que nos enseña Hamlet. No es la reflexión, es el verdadero conocimiento, la visión de la horrible verdad lo que aniquila toda impulsión. Todo lo que existe es justo e injusto, y en los dos casos igualmente justificable...éste es tu mundo! ésto se llama un mundo.
Y aun te preguntas como puedes ser el objeto de mi amor?
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