sábado, 23 de abril de 2011

Satirion 1.2

¿Has visto? Seguramente no… no importa, quédate a mi lado, puede que se repita. No sé qué debo hacer ¡Estoy histérico! Cual partícula de polvo en una esquina, la más inalcanzable de la habitación, mi figura se resbala de tus palmas, ciego el grano de tu risa yace arrumbado en lo profundo de un ápice, germen imposible. Opaco lo mira la apocynacea, flor pestilente que con aroma crudo refleja pálido el vaivén oceánico. Fuerte como roble la parasita crece, ha logrado florar en tus cuencas vacías, son sin duda los ojos más hermosos que haya visto, – lastima su humano aroma – tengo ganas de arrancarlos y hacer una guirnalda que corone tu mármol. Sería inútil de hecho, te has ido con las flores y la mar, guiada por las nereidas al fondo de lo inacabado.
Tiesto de vida fértil y maleza cubierto, prometo cuidar tus brotes carnosos si a cambio no desfiguras la estampa y custodias, secular planta, cual Erinia iracunda el planeta que duerme en tu entraña.

viernes, 22 de abril de 2011

Nada es importante


¿Por qué buscamos la expresión y la forma intentando vaciarnos de todo contenido?, ¿ Por qué no abandonarnos a nuestra fluidez interior, sin ningún afán de objetivación? Hasta hallarse repleto de uno mismo...no en el sentido del orgullo sino de la riqueza interior, estar obsesionado por una infinitud íntima, en eso consistiría vivir intensamente...

Querer vivir y morir en sociedad es una debilidad lamentable.

Yo siento que debería morir de vivir y me pregunto si tiene sentido buscarle una explicación a ese sentimiento.

El hecho de que yo exista prueba que el mundo no tiene sentido.


Que el mundo haya permitido la existencia de un ser humano como yo, prueba que las manchas sobre el sol de la vida son tan grandes, que acabarán ocultando su luz...
La bestialidad de la vida me ha pisoteado y aplastado, me ha costado las alas en pleno vuelo y me ha negado las alegrías a las que hubiera podido aspirar. Toda mi energía y fuerzas derrochadas para obtener un equilibrio, un restablecimiento vital, todo ha resultado ser más débil que la irracionalidad de éste mundo, el cual ha vertido en mi todos sus recursos de negatividad envenenada.

Los hechos que me suceden parecen convertirme en un globo que está a punto de estallar. En ésos momentos extremos, se realiza en mí una conversión a la Nada.
Se muere a causa de todo lo que existe y de todo lo que no existe. Lo que se vive, se convierte a partir de ése instante, en un salto a la nada.

La muerte es la única obsesión que no puede volverse voluptuosa, incluso cuando la deseamos, ése deseo va acompañado de un arrepentimiento implícito. "Quiero morir, pero lamento quererlo", eso es lo que sienten todos aquellos que se abandonan a la nada.


¡Cuánto me gustaría perder toda conciencia de mi misma y de éste mundo!


Que agradable sería poder morir arrojándose al vacío absoluto...


Algunos problemas, cuando los meditamos, nos aíslan en la vida, nos destruyen incluso: no tenemos entonces ya nada que perder ni nada que ganar.
Los seres humanos no han comprendido todavía que la época de los entusiasmos superficiales está superada, y que un grito de desesperación es mucho más revelador que la argucia más sutil, que una lágrima tiene un origen más profundo que una sonrisa.


¿Por qué me niego a aceptar el valor exclusivo de las verdades vivas que emanan de mi misma?


Quien nunca ha experimentado el sentimiento de esa terrible agonía en la que la muerte nos invade como una fuerza incontrolable que nos ahoga o nos estrangula, ignora el carácter demoníaco de la vida...

La experiencia de la ingenuidad es la única posibilidad de salvación. Pero para aquellos que sienten la vida como una larga agonía, la cuestión de la salvación no es más que una cuestión.

Por otro lado...¿qué importancia puede tener que yo me atormente, que sufra o que piense?
Mi presencia en el mundo no hará mas que perturbar, muy a mi pesar, algunas existencias tranquilas y turbar, más aún a mi pesar, la dulce inconsciencia de algunas otras.
A pesar de que siento que mi propia tragedia es la más grande de la historia, poseo el sentimiento implícito de mi nimiedad y de mi insignificancia. Estoy convencia de no ser nada en el universo, sin embargo, siento que mi existencia es la única real.

A pesar de que la vida me resulta un suplicio, no puedo renunciar a ella, puesto que no creo en lo absoluto de los valores por los que debería sacrificarme. Si he de ser sincera, debo decir que no sé por qué vivo, ni por qué no dejo de vivir. La clave se halla probablemente en la irracionalidad de la vida, la cual hace que ésta perdure sin razón.

¿Y si sólo hubiera razones absurdas de vivir?. El mundo no merece que alguien se sacrifique por una idea o una creencia. ¿Somos nosotros más felices hoy porque otros se sacrificaron por nuestro bien?, pero, ¿qué bien?. Si alguien realmente se ha sacrificado para que yo sea hoy más feliz, soy en realidad aún más desgraciada que él.

Nada debería interesarme ya; hasta el problema de la muerte debería parecerme ridículo; el sufrimiento? estéril y limitado; el entusiasmo? impuro; la vida? irracional; la eternidad? una palabra vacía; la experiencia de la nada? una ilusión; la fatalidad? una broma...si lo pensamos seriamente, ¿para qué sirve todo aquello en realidad?, ¿para qué interrogarse, para qué intentar aclarar o aceptar sombras?, ¿no valdría más que enterrara mis lágrimas en una soledad absoluta?. El problema es que nunca he llorado, pues mis lágrimas se ha transformado en pensamientos tan amargos como ellas.

Después de todo...

Esto es lo que hoy me pasa. Estoy dispuesta a perder hasta las uñas , a sacarme los ojos y exprimirlos como limones sobre la taza de café...

Antes de que caiga sobre mi lengua el hielo del silencio, antes de que se raje mi garganta y mi corzón se desplome como una bolsa de cuero, quiero decirte lo agradecida que estoy, por éste hígado estupendo que me dejó comer todas tus rosas, el día que entré en tu jardín oculto sin que nadie me viera.

jueves, 21 de abril de 2011

Satirion 1.1


Llego el día en que no hubo más que hablar de ti, ni de mí, quedamos varados en la incertidumbre, contemplando al adusto mar imponerse al tiempo. Granítico.

Y henos aquí, pisoteando la edad del mundo, hollando las húmedas entrañas del cielo, oscilando en el ahora, provocando al pasado a tragarnos, sumidos en el azul mortuorio de estos ojos vacíos que se contemplan inmersos.

Pareces tan lejana al recuerdo que tus pasos construyen, que te olvido antes de poder probar las migas de mar que dejan tras de sí. ¡Loado sea el negro espejo que las evapora! Entran lentas por los poros y con igual viveza los inflaman, piel estéril carcomida desde dentro, cuerpo amalgamado de memorias. 

-Huele la brisa como tu piel, infinita y redonda-

Húmedo el silencio diluye la tarde. Y tú, allí, inmutable, con los ojos volados… susurras.