sábado, 22 de enero de 2011

Simple


Han quedado impresas en mis dedos las letras gastadas de tu última carta, no sé si de verdad fue la última vez en que esos diminutos caracteres buscaban la eternidad o si eran mis ojos ya para ese entonces oceánicos quienes me engañaban y ocultos en el vacio hallaría los trozos de alma que me ofreciste en otro tiempo, de los cuales ya no quedan más que líneas y círculos polvosos e incompletos.
El espacio es infinito, libre en él vaga mi suicidio, hoy, ya perdonado. Polvo sideral y salvia fraguan las letras. En esta hoja, inmensa como el infinito no ha cabido ni la mínima parte del sol que te recito. A ti, solo a ti podría consagrar mi vida, mi muerte; a ti mi amada melancolía. La única casta en mi recuerdo, galante y altiva, al fondo de estas líneas, tu figura llora al viento mis amores, musa de mi dolor y Ariadna de mi destierro.

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