jueves, 27 de enero de 2011

Enlil


En aquel tiempo en que el espacio se alzaba imponente y vacio sobre las manos del tiempo, sucedió algo impensable hasta entonces, aparecio la Conciencia. Con la fuerza con que estallarían miles de soles reclamo un lugar en el orbe, trascurrirían incontables las eras y Ella seguiría ahí, aprendiendo la esencia de la nada, dominando el celuloide.
Llego el momento en que conoció todo acerca de lo existente, supero el vacio, trascendió el tiempo. Y fue allí; en los límites de la galaxia, donde nada podía distraerla, que comenzó a llorar, no sabía que ocurría, sentía pesar en su interior, un pesar tan inmenso como ella, sin saber el porqué comenzó a temblar, sentía por primera vez el infame peso de la existencia.
Fue tan fuerte el dolor que manaba de ella que el espacio convulsiono. Los vapores, que normalmente había, formaron gotas espesas que con movimientos reptantes se hicieron uno en el cenit y tornándose cada vez más pequeños formaron el primer eón. La nada había sido fragmentada.

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