sábado, 13 de junio de 2015

Leer en caso de olvidarme

13 de Junio del...


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¡Quiero ser un anciano ridículo! Un pañaludo encaprichado y tozudo hasta el último poro. Ya que de haber vivido lo necesario –si es que fuera el caso-  podría serlo a mis casi […] años, me pregunto si apurar el paso o irme acostumbrando a la poco agradable sensación de expulsar, y es que el aberrante concepto de aceptar  me revuelve la víscera. ¡Pero que pregunta es esa señor mío! No, no es molestia el responderle, soy descendiente, y mi labor consiste en probarme serlo y no ser otra cosa, y si la razón concluyera por prevalecer, de igual modo me haría el desentendido, hallaría un nuevo absurdo y le haría rabiar, y es que ésta o cualquier otra cosa absurda que me poseyese sería, sin embargo, mi capricho, mi único y real derecho. Soberano soy, no tengo que desear discretamente. Un asociado como usted por regla general ha de rechazar tal precepto, no dándose tal caso, que bien podría ser así, en lo posterior he de llamarle mendigo. Disculpe mis modales, en presencia de una dama mi histrionismo poco ensayado podría atacar toda buena costumbre, no insinúo, claro está, que el santiguarse y la cortes inclinación ante la efigie de la razón habría de omitirse, toda prevención es vital, pero que podría prevenirse en aquello que solo sabe lo que ha tenido tiempo de saber.  A ustedes mis curanderas y abogados: ¡do svidaniya! su vida les augura un Destino –sí, con de mayúscula–, rentas considerablemente cómodas y el feliz retiro a una intelectualidad muy a la moda; espero no volver a verles, me han hecho daño, deje que lo hicieran, probar un poco de su agostadora faena, su literatura que solo dice lo que se puede saber en cualquier parte, su tedio vital y las no pocas afrentas con sus ideas genéricamente buenas hollado han mi espíritu. Hoy cobran los últimos honorarios a mi rubrica, váyanse y que les den.

He de negarme a los títulos, no tengo vocación alguna.  Masa en cocción al calor de la brutalidad que proviene de la lección de la vida misma. Soberano, eso soy.














miércoles, 17 de diciembre de 2014

Mesa

Mis manos hieden a lejía.

El espejo de su sombra, y la mía, es el tercero que nos compete, aquel incierto desdén que se aleja y guiña, cual puta, la soberbia que enmascara, hembra para mí, ca(r)b(r)ón para ella, silueta… Bah! Para que engañarnos, hoy es de eso días en que nada poético cabe en esta nostalgia, en que la prosa desesperada, es, sin más, un elogio transparente.

En lo alto del vicio acumulado de la humanidad se encuentra la partícula arquetipo del hambre y similar a un crisol en dilatación extiende la luz de un imperio, imperio de hombre, de fruta marchita, de democracia serena y tedio, todo el tedio de la civilización con que oprimen la esperanza de sus rayos, y ahí, en la sombría bóveda de un delgado fulgor yace él, ni siquiera él, solo un poco de él, ante un monitor, y sin mucho éxito, arando el lenguaje. Realmente solo piensa en lo caro de la hipoteca comparada con su deseo, en la pegatina y la gorra que le hicieron perder la razón y en otras tantas nimiedades que no le trajeron ni arte ni perfección, sabe de sobra que el arte perfecto no es otra cosa que naturaleza, y detesta como nunca su ser vivo que le ubica en la vorágine de la tristeza ancestral, piensa en cómo ha de alcanzar el mareo y la delicadas mieles de la embriaguez cuando es abrigada por la razón.

No le queda más que seguir preguntándose
¿En qué objeto cabe la vida?


Concluye: Basta lo innecesario.

sábado, 1 de noviembre de 2014

A mi hermano

A un día sin mortaja ni tregua que os cantara la bienaventuranza de un campo de cedros y el velo del Nilo cantaré.  Dedico este homenaje póstumo y tardío, que cual promesa de amor canta un vuelco de flores y luminarias infames; y digo sin más: promesa de llanto y presagio, la verdad de tu signo y encanto canto, -Adela Segura Rojas- pude contemplar, no miento al decirte que en aras de un astro más similar a un  asteroide que a una bagatela sencilla he resonado en negro la corchea de un tiempo similar al burdel envite, y de é(e)l   he calcinado la ignominia y toda faz de poca entereza que habría podido mostrar, vamos, siendo tan sinceros como holgazanes me has dicho sin más el abrigo que he sabido mostrar, a aquellos cuyas fauces he sabido cuidar, a quien dar sin mirar lo perpetuo de mi sangre en ingenuo valorar, que de mi pecho, bueno –quisiera pensar- como el néctar, mantener sin añejar.

Y es toda la poesía que me sale, y no es que se agote en arduo pensar, o dimita en sabio resonar, es tan simple como un pecado y tan soberbia como el perdón la respuesta que acompaña este cantar –si es que poeta he sido alguna vez- ausente, una discordia apocalíptica, un como quieras llamarle en tu lejanía muda y terciopelica. Ignoro todo lo simple y virtuoso.

De no ignorarlo estaría contigo, en pleno sueño, en el “Son” del estar, raquítico y convincente, de un ser cada vez tan cierto que incierto seria de una vez por todas mi ser todo de una muerte avante.

                                                                                                                          atte: Ku



P.D: seguiremos aquí ( con todo el ímpetu de un punto final).






martes, 28 de octubre de 2014

Vi veri veniversum vivus vici

Sabiéndose un poco más certero después de haber comprendido la desesperación en cirílico se ha ido a estrellar casi un calendario hoja a hoja con todo y su consejo al reverso, no ha dejado sus vicios -la cordura no lo ha abandonado- y justo en el sempiterno vaivén intenta desde su oficio-quasiprofesión de me(ridional)ditador  desgajar el Todo y zamparse de un bocado lo Poco.  Se extravió un poco -parece ser de su humana condición aquello de temerle al fuego tanto como a la esclavitud- entre sueños ha balbucido hace aproximadamente dos noches: “los sentimientos te enredan” “la muerte no importa cuando ya nada existe” y ha despertado, sin recordar por qué, inspirado, empachado de esa violencia que surge sin avisar, aquel día no le ha tocado el otoño, no sintió el frio, incluso no ha esclarecido si aquel día aconteció, no puede bloquear el recurrente pensamiento de si ha estado practicando (hasta ahora) solo una vieja costumbre, se siente cobarde y es por eso que no puede siquiera hablar, la palabra, para él, es un lujo cuando se “es a-penas”, y él no es tan ruin como para ostentar -ciertamente- se dice para sus adentros que no hay hombre bueno cuando la bondad es otra de tantas elecciones, manifiesta su descontento con que la gente no concibe ya el sufrimiento, lo toman por loco, él sabe lo que esconden, sabe que ven(eran)derán la libertad, él no es como ellos, no quiere serlo -tal vez por ello lo he distinguido- si ha de ser víctima será verdugo de sí mismo, es tan sencillo crear una víctima (escribe sin mucho éxito en su bitácora mágica) como inventar pastillas que te convenzan de creer en Dios, su vieja libretilla cae a suelo de un bar de historia antigua, se deshoja de tan vieja, apresurado la levanta, a media flexión se topa con unas pantorrillas flacas que sigue atento cual tren de cercanías y se topa con unos ojos, y que ojos, redonditos y garapiñados, le convida una cerveza, no ha terminado de sudar el vaso cuando la ha besado, uno tras otro desfilan los cristales, se han ido, han retozado, se han oldiva(agota)do en el tiempo disforme del Tiempo sonoro y tardío que llega con la costumbre y la debilidad del existencialista. 

Se ha librado de parlante y sanguinario daimon que lo aconseja y se ha vertido en ella con afán de apre(h)ender un sigilo distinto con el cual transitar las marismas inciertas de su amor empírico y casual. Ha crecido como hombre de progresista del siglo XXI y le ha aburrido sobremanera que el paseo por ese arte termina en el hastío inminente de mirarla y pensar “contigo todo es realidad, no hay espacio en blanco, no hay retina”, la espera ha valido la pena, sí, tardo más de lo esperado, pero por fin ha descubierto que la felicidad es la prisión más insidiosa de todas y que todo amor se parece a un exhaustivo y difícil examen gramatical donde cada apocope, cada hipérbaton y cada tónica silaba han sido blandidas cual persa cimitarra que degüella azarosa. Igual de azaroso fue aquel horario que se imprimió con su frio y su festejo, la malograda tertulia y la fingida nostalgia. Descubrió que no hay pasado que dure los años, que no hay recuerdo sin maquillar y tampoco un óleo firmado en la pared de su habitación, que el destino es una ramera que no lubrica, que el placer arde y sobre todo que es tan romántico como para creer en él, y es justo este mórbido placebo aquello que lo sostiene -si tan solo supiera que es justo eso aquello que quería para él-  y firma por el toda acción de su implícito y heraclíteo ser.


Vive mortal el parpadeo de mi gesto, que mi arruga entraña la vida misma, la magia y la ciencia, la alquimia de la creación y el desatino del albedrio sereno y tardío, la primitiva hechicería puesta en la carne, bordada en este surco sinuoso en que te hayas de pie sudoroso y dudando, en mi ojo guiñando transitas, y sin miedo recorres de la boca a la frente, nada más significativo que ir de lo dicho a lo pensado sin arrepentimiento, hollado he sido de tu pie y de tu pluma. Dios rotulado de hombre, Dios hombre. 

Libre.



viernes, 17 de octubre de 2014

Historiografía

Confusa lengua trazando aristas. Soy tan malo prometiendo que te he relatado.

Es una ruin virtud esa de dar a los hombres una ligera potestad sobre lo inacabado, de atarse en pretérito a-ún muerto y conducirse engreído al abismo insondable de la soledad donde el sonriente animal humano desconoce el tercer sexo, seres ocurridos. Habiendo es como se han tropezado, habiendo es como en tercera persona fueron capaces de culparse, habiendo es que han sido presas de la virtud desfigurada y hubieron de quererse, así, llanamente, cosidos del occipital hasta la nuca.

X: Desnudo se encontraba parado en su ventanal, acariciado por una brisa, él, sereno y seco como un adorno, deja ir su vista y se entrega a la Idea, es oscuro el pensamiento, le quema y constriñe las entrañas el bosquejo, hace una mueca cínica, se va.
Y: Surcando el lino de su costado con yemas titubeantes esfuma en su vaivén el deseo, el turquesa sintético de la sabana la cuestiona, se asfixia de a poco, le muere un poco el cuerpo, se ha ido también. A sus cuencos como candiles le llama, abrasa entera la materia.

Pasó tanto desde aquel relato de 6 renglones que afirmo lo han olvidado, con ingenuidad se mira de frente, con la misma ingenuidad, de pupila a pupila, de boca a boca se sellan pactos, es un tiempo dichoso aquel en que no se pone atención a los detalles. De haber sido más complejos habrían ocurrido. Él, incapaz de ejecutar un acto. Ella, insegura de Ser con él. Amanecieron sin poder mirarse, sin nostalgia de aquellos ventanales, sin brisa, sin lino, dueños de sí mismos.

Yo, que soy un voyeur minucioso y documentalista vi como al alejarse, sin decírselo y con distintos síntomas al dolor, el hilvanado arrancó de cada uno la parte posterior del cráneo, ninguno osó mirar atrás, al menos no en la dirección donde se hallaba lo perdido. Conservo la extraña osamenta, archivo sus mutaciones, le riego una vez a la semana, extirpo irregularidades, le brindo la tarea para la cual fui concebido y como sé que escapa al ojo humano he de decirles que esos trozos de hueso sanguinolento han mutado en un par de bocas, que esta vez, a pesar de pactar con el diablo, chocan frontales acabando una en la otra, al centro el teorema cero y en la periferia unos “ellos” que se diluyen.

X: Te amo.
Y: […]










jueves, 18 de septiembre de 2014

Al estilo del Diario de 1800

1. Paseo Laroideo.

Permanece intacta, como si formara parte de la escena de un crimen, el banquillo que fue testigo, un plato con un mohoso trozo de pay, el arma del diablo y la pesada densidad en el aire que envolvieron la desdichada foto pericial. Retrate tan bien aquella ocasión, sonrisa magnánima, de aquellas que infunden pavor, ojeras de lacre que escurrían de antros paradisiacos, cara de sofisma revolucionario, un estupendo documento de barbarie que si es capaz de hablar de historia.
A plena luz del día un vuelo de cristales rompió la tranquilidad en aquella casa, y sin esperar un explicación, sino coherente, si bastante bien estructurada, una parvada de singular mirar, me arropo cual niño abandonado que cree necesitar cariño para no llorar, y no digamos más, simplemente me arroparon con sus puntiagudas fauces y a resguardo de un albo plumaje hicieron de mi un invalido gramatical, pude haberles contado tantas cosas, contarles acerca de un ciencia arcaica, de los suntuosos palacios de belladona, de los humos morados de lejanas tierras, pero nada interesaba a mi palmípedo raptor, toda seña era ajena a su ovíparo lenguaje y de igual modo lo escaso que podía articular en humana lengua era incomprensible, de su atuendo era difícil definir su oficio, reconozco que volaba estupendamente y aunque no contaba con experiencias previas de vuelo en ave le desee un buen día al descender y obsequiando el pañuelo, que tanto insistió vistiera y que ahora ya no concebía necesitar, me aleje de aquel singular taxista y su sequito sombrío.

2. Frutillas.


Se trataba de un paisaje similar a un recuerdo, apenas alce la mirada se impuso ante mí una gran reja de hierros barrocos que guardaban un extenso jardín, tan extenso como tedioso era aquel jardín, pude estudiarlo a la perfección cuando transitaba el sendero que cruzaba de la calle a algún lugar y cuyo único obstáculo parecía ser aquel hierro que se abrió inexplicablemente, invitándome. Apenas hubo estado la totalidad mi cuerpo dentro de la propiedad el cerco se esfumo, hora era de empezar la caminata, el espacio donde me encontraba era de un tiempo homogéneo y vacío, fácil era extraviarse ahí si se carecía de objetivo, incluso si el único posible era el salir de allí. Los paseos eternamente nocturnos suelen ser despiadados sin la compañía adecuada, incluso comencé a extrañar a mi plumífero conocido, podríamos no haber entablado una conversación y a cambio de ello habríamos de gozar el ser un poco menos extraños, en esto y pensamientos similares permanecí hasta que choque con un zarzal, de golpe me ubique según mis cálculos en 1850. Una voz parda y colérica grito, con un movimiento brusco me aparto del camino para continuar el suyo que ridículamente llegaba a su término justamente frente a mí dándome la espalda, algo tiro de mí, gire, era un viejecillo con dolores de gota que con voz suplicante preguntome que turno tenía, sin dudarlo conteste: 45, su turbación se tornó en pasiva tranquilidad replicando un “menos mal” encendió un pitillo, expuso el asiento oculto en su bastón, tomo asiento y degustando el aun no prohibido vicio me dijo: llegara el día que incluso castigarse sea prohibido por faltar al Derecho. Detrás del milenario reducto de persona se iluminaban pálidamente lamparillas de petróleo que dibujaban sombras de seres al parecer más vivos en escala de grises; la dirección opuesta, a excepción de la nuca de quien me empujara momentos antes no ofrecía un espectáculo distinto, estaba enfilado hacía quien sabe dónde, pensé en romper la formación, correr hasta el frente, enterarme de una vez por todas que le esperaba al individuo 45, no pude ¡no pude carajo! Se impuso la social naturaleza, el vómito del ser pensante me había respirado, varándome ahí, para también quien sabe qué.









jueves, 21 de agosto de 2014

Delirio en una bocanada


Apoplejía. Si no es de ese modo no sé cómo describir mi aguda pobreza de sensación, este latir apresurado que rompiendo todo paradigma me recuerda lo que al parecer todo el tiempo espere, mi condición de hombre, tanta búsqueda fuera de la entraña, cúmulos de herrumbre sináptica, pupilas dilatadas, ojeras, autores disecados, bagatelas, y todo para encontrarme en la humedad de una piel ajena tan desnudo, tan proteico, indignado, obtuso, silencioso, acaso impasible.

Iris que se mira dilatarse, iris que miro mirarme, arco de muerte arroja láctea la vía del cosmos liberador. Y tú, redentora, arroja de la diestra tu arma fatal, muerde mi cuello, arráncame los labios y en tu sepulcral belfo resuena el eco vez tras vez resumido. ¡Que vivo, que fugaz se pierde el deseo, que voraz se atrapa el tocar! a lo mejor nos comprendemos luego, a lo mejor nos alcanza Hermes y nos enseña a tomarnos bien, a poseernos en pausa, a irritar porciones arcaicas tañendo los hilos del desenfreno hasta escupir sangre.

Aprovecha la lucidez un descuido y le quita toda la gracia de un tajo a este momento, no la maldigo, ni siquiera me atrevo a emitir un juicio, no es falta de valor o habilidad, es una falla fisiológica que se presenta, salir del trance es para mis ojos una dificultad eclipsal, la razón da marometas y mis manos tiemblan, reconozco mis piernas, mis dedos, mi reflejo en unos ojos. Agito la cabeza, golpeo mi sien, se disipa el coma.


Se ha ido, me he ido con ella. Quedan las masas que nos pertenecen, las dunas húmedas en plena erosión secular; rodeo su forma, se disuelve, me traspasa quedando en mí, alejándome con ella, varado en plana avenida. Aun puedo distinguir su ilusión, le miro incisivo hasta perderle, recorro su elemento, le quiero sin miramientos, sin discreciones la quiero, finalmente, que pudor se puede tener cuando se carece de presencia,  cuando sabemos que somos el pulso de esta urbe que ansía morirse.