De bruma soy un beso de roca, beso deudor que tus labios huyen.
lunes, 14 de marzo de 2011
jueves, 3 de marzo de 2011
dia 2
Las letras sofocan los pensamientos deambulantes en mi mente
llevandome a un abismo de ignorancia, donde la Panacea aparente
llevandome a un abismo de ignorancia, donde la Panacea aparente
es el néctar de tu alma.
Piedad! ten Piedad...suplican mis silencios
cuando las letras se agolpan en el torrente de
mi sangre, sacudiendo hasta el más profundo
ese pecado con forma que entrelaza mis deseos
y desencadena mis más viles sueños.
Me estremece el solo hecho de sentirme, de saber que a lo
que más le temo vive dentro de mi, y que jamás apartarlo
a la deriva, vulnerable a los ojos carroñeros que vigilan
esperando mi caer.
No queda más...solo los vestigios, el cuerpo roído desde el ser!
septiembre negro

Pasos acelerados
otros pausados,
caminos trazados
y otros tantos
sin andar.
Aire de esperanzas
lleno de ilusiones
palpitantes en cada
respirar y despertar.
Cielos llenos de amor,
sueños galopantes
entre nubes
congeladas que pasan
alrededor de la vida.
Manos unidas,
ojos brillantes,
labios esperando
ser fecundados
y dos almas
palpitantes en
un solo corazón.
miércoles, 2 de marzo de 2011
Vértice
Hado cruel que mi vida despojas de su arista, lanza una vez más tú conjuro sobre estos ojos de mar qué extravío te imploran. A ti, con quien el sueño gusta huirse, pido la pella argéntea que de tus deseos presa compasa en la bruma el artificio ultimo que la memoria reduce. No tardes lo ruego, que a gotas de sed mi voz el silencio sofoca.
Ilusión encarnada, creación pretérita sin estampa ¡Muéstrate! Consume la herrumbre polvosa con halito royo de nube, y sin hollín que tu huella señale, ni Ariel adivino que te nombre infame al instante ven a mí.
Ligero principio que a la muerte sujeto su brillo sisa, auriga del relámpago que vive la sombra del sagrado linaje, consuma el pacto con la ofrenda que yace en tus manos.
Para siempre enterradas en la negra tierra, la noche constelada, el manto carmín de la cristal aurora, el flujo del éter y la boca purpura, callarán. Ausente figura ¡Hazlo ya!
Espiga danzante que al céfiro entrega su fe, valsa con fuerza el último compas, gira, gira, gira voluta… redime la esencia con tu danza espiral. Magia intacta; en el tiempo marchita, tiñe escarlata el hueco del Cid, de su pecho deseo, de su carne desprecio. Simple, tan simple como lo nulo, que insista lo absurdo, mundo sinuoso… Cabrilla espumosa que la forma ingenua sin tregua desluce, adhiere su ser al vaivén inagotable de la calma, disperso en el todo, serás, un soplo inacabado persiguiendo a la nube, indudablemente, pura.
Espectro luminoso cual reflejo zarco de aristas incontables, ya más no ilusionas los brotes del iris sin doblez. Sea blanca, negra, circular o corchea, la sorda voz del mundo a un tiempo me llama, a gritar por fin el silencio redondo del pasado más remoto, de la totalidad a sorbos devorada.
*****
A la intemperie sin nombre, en aquel lugar donde se extiende lo eterno, un hombre, guiado por las gotas brillantes que la pálida luna evoca, vaga distante en su mente anulada.
Cautelosamente guiado, sereno deambula el diminuto instante del cosmos, tan seguro de sí, que a prueba pondrá su condición tras escuchar la hechicera voz que lo acecha.
Débil tiempo que en alientos se consume, reclama tu sitio en todas partes manifiesto, que aun esclavo de cenagosa sangre has tu voz elevado y piedad has encontrado.

Cuestión de momentos, de retratos polvosos nuevamente nombrados, y débil, como siempre, cual dueño del mundo que cree ser, reniega el tartufo con toda su idiocia, convencido claro, que la verdad no contempla. Ignorados o no, su estirpe nunca podrá con tanto, dejémoslo al tiempo, oculto en su cubierta de sebo, perfumando memorias atractivas que olvidar. Diminuto ser…
*****

No, que va… solo murió, digo no creo que eso sea tan importante, al menos para nosotros, que un loco de su clase exista o deje de hacerlo.
Nómbrale como mejor te parezca, no creo a un hombre de su condición el nombre le importe, dichoso él, que supo hablar a pausas y vivir sin recato, falto de la moral espuria que tú te jactas de tener.
Basta de optimismo y alardeos innecesarios, que finalmente lo metieron a una caja, hermosa, si es que puede decirse eso, y lo terminaron de matar. Míralo ahí, inmóvil, deseoso y ahora… muerto.
Solo quien llora la pérdida de una aguja, la nube esfumada o el camaleón sienten la desesperación del sepultado, la desesperación de no ser olvidado, del retorcerse impulsivo a cada instante, quemado por amnesias exhumantes, ablandadores de la carne y demás pócimas delirantes. A los muertos no se les llora y mucho menos cualquier otra cosa, dejemos ya el tema, como él, muerto.
*****

Mundo sin más, mundo reflejado, mundo de verdad. Ya no te deseo más, te olvido de mí. Te libero Dios de un pecado, te doy tierra mi cuerpo y ahora…
Libre de ilusión, el delirio con lágrimas imploro.
¡Llévame espíritu!
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