Musa profana,
musa harapienta, mi consorte maltrecha… ¿Qué haces aquí? Aún no se pronuncia la
Luna, no importa… acércate.
Cerúleos y puros
se dividen los asfódelos, me recuerdan a
la costa de cierto país, la dicha en silencio, la amargura, los restos de la
grandeza vendidos al instante.
Toma de mi vida,
amor, esta camelia sin luz.
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