miércoles, 4 de mayo de 2011

Y luego que? jajaja, solo divagué.

No tiene fin este simbólico mundo ¿Qué es lo que hemos hallado? Unos cuantos despojos, que si queremos vernos románticos, Dios dejo para nosotros, para alentarnos a buscar eso que llamamos “verdad” y bueno… una vez que la tengamos ¿Qué haremos con ella? Contemplarla enajenados cual ateos renegados y radicales de tabla. Porque, finalmente, nuestro mundo no es el de las respuestas acrisoladas, beatificas, y así es mejor.
La vida beata me parece estúpida y pretenciosa, el arrabal, altanero, así que mezclo a conveniencia los destilados y que obtengo: la aburrida normalidad, ese juicio inconforme, al que todos, sin excepción alguna, imputamos ideales y necedades condicionantes de lo que probablemente sea “mejor” ¿mejor para qué? Más allá del egoísmo se halla la comodidad, es el confort aquello que todo ser “vivo” busca, creo haber encontrado en mi escasa vida seres a los que les era más cómodo el letargo que la acción, aquellos que niegan la felicidad y la vida porque, a mi parecer, no soportan el peso de las mismas, no están listos para lo que conllevan, quien esta listo de todas formas, no es cobardía, es confort. Entiendo por confort un estado, el del bienestar, y sin entrar en subjetivismos morales y percepción de hechos traducidos a sentimientos, ese estoicismo ridículo que reduce al mundo a percepciones y ve en él no más que sucesos trágicos y sufrimiento, debería voltear la mirada a una zona fuera de sí. Porque cuando el ojo es divino se ve a sí mismo, y no hallo en la verdad otra unilateralidad que no sea la de ser verdad.
Pensemos por un momento en algo ajeno a nosotros, un suceso del que presencialmente seamos extranjeros, es ahí donde lo estoico se rompe porque se acoraza en necedad, porque si bien el estoico tolera, nunca podrá aceptar. Lo interesante de la observación es la facilidad con que la imagen se distribuye entre la subjetividad de los observadores y más interesante aun es la conducta con que discernimos sobre lo que nos es ajeno, toda persona ha sido testigo de cómo el mismo hecho es en cierta medida adaptado o justificado de acuerdo a necesidades imperantes en la psyche del individuo. El hombre occidental mira con ojos de lastima la crueldad tribal de áfrica pero no mira su salvajismo new wave que ostenta con orgullo, nombrado por él: humanismo, pues del mismo modo adaptamos toda conducta social y moral. Todos somos “humanos” para nosotros solamente, lástima que el lenguaje sea tan inmenso como carente de definiciones. Dime que me odias, que me amas, que estas triste, que estás perdido, dime lo que te venga en gana, pero después trata de explicármelo para que te decepciones al ver en mi cara lo absurdo que suena en el exterior tu sentir, y no hay otra forma, encuentro en la duda el gran artífice.

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