Llego el día en que no hubo más que hablar de ti, ni de mí, quedamos varados en la incertidumbre, contemplando al adusto mar imponerse al tiempo. Granítico.
Y henos aquí, pisoteando la edad del mundo, hollando las húmedas entrañas del cielo, oscilando en el ahora, provocando al pasado a tragarnos, sumidos en el azul mortuorio de estos ojos vacíos que se contemplan inmersos.

-Huele la brisa como tu piel, infinita y redonda-
Húmedo el silencio diluye la tarde. Y tú, allí, inmutable, con los ojos volados… susurras.
Extrañaba leerlo Capitán!
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