Me despedí cortésmente, sonreí con insolente ironía, oprimí
lo que me quedaba de orgullo en mi puño oculto. Me marche. Con aquel tal vez para siempre quedo lapidado aquel
cariño, la palabra final de aquel fatal concepto transfiguro sus ojos y el eje
verbal rompió, sin lugar a dudas, el vedado parnaso de su evocación.

Quiero de nuevo este sueño.